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T.E.A.T.R.O.: Todos estamos abrazando territorios, realidades, otredad.


27 marzo, 2023


Por Belén Palacios / @chavacordobesa


Las artes son principalmente un ejercicio continuo y vivo de la libertad.

El teatro nos ofrece una posibilidad de expresión popular que enfrenta las injusticias poéticamente. Poder vivir la experiencia del encuentro, con la imaginación y el diálogo de los cuerpos, al movimiento en sincronía con el sonido o el silencio. Actrices y actores se preparan para emocionar, ahondar atravesando la piel del auditorio y llegando a las fibras humanas, con la narración de las realidades o de lo imaginario. Ante el público, el proceso simbiótico parece una magia antigua.

Aprender o enseñar, de esta constante interacción, es la oportunidad de descubrir, quizás, enigmas propios que pueden emerger ante la ilusión intangible, que la escuela del comportamiento humano nos permite.

El Teatro aparece como un saber que fortalece los sueños, un conocimiento del inconsciente, construcciones compuestas de la música, los textos, las danzas, la sensible gracia fluyendo en la materia crítica, que también es la vida misma.

El teatro es un portal, un transporte a lugares a veces en construcción, singularidades de la poética, un abrazo a la ternura y un regreso a la infancia.

En México, donde lo cotidiano parece abrumar la belleza con terribles noticias, el Teatro aparece como un antídoto de esperanza porque el arte es la certeza del cambio ansiado, lo socialmente urgente, un cambio cultural trascendente.

Ampliar la capacidad de sentir, es enfrentar los trágicos trastornos del capitalismo. Se requiere del hacer en los territorios, un ejercicio lúcido para ir más allá de los vacíos discursos tradicionales y de las mentiras mediáticas. Necesitamos una vacuna hecha de ciencia, arte, los saberes ancestrales, una iluminación que marca el camino para salir de la jaula, de las crisis, de las guerras propias y ajenas.

Las realidades son como nudos de complejidad, y es de donde el Teatro toma las hebras de los afectos y del sentir, para crear el tejido de una memoria poética inalterable, tatuada en la historia colectiva, pero también en la personal, incluso, en lo íntimo.

El teatro es un prisma que revela el futuro, por eso es indispensable para todos los pueblos practicar, conocer, disfrutar, ‘ser’ en el teatro, más nosotros mismos, pero también, más los otros.

Las artes son un Derecho Humano fundamental, deben estar al alcance de las personas, pues de estas prácticas y filosofías surgen los alcances para crear nuevas utopias guiadas por las y los artistas.

El Arte emprende una constante capacidad para vislumbrar destinos, narrados en voces acalladas por el lujo y la soberbia de lo intrascendente.

El Teatro puede ser el grito que advierte la tormenta o la caricia que repara las tristezas.

En nuestro país -gracias a las artes y al teatro- conocemos la cara oculta que transfiguran los relatos antiguos, la mística viva de la ancestralidad.

El teatro es un boleto a pasear por la historia inédita de los despojos, por las resistencias de los pueblos de este país, y mostrar las verdaderas causas de los conflictos.

El teatro también eleva la memoria y nos transporta hacia lo que aparentemente ha sido ocultado intencionalmente por el presente; es un zumbido hecho de premoniciones de los héroes y heroínas olvidadas, hecho por la necesidad de Paz y la resolución de los conflictos. Es en tanto el Teatro, una medicina social eficaz que nos toca el alma y nos cura el cuerpo de la Nación.

Fluye en una misma visión colectiva, como un río hacia el corazón de las personas. Resiliencia del dolor hacia la fuerza. De las risas a las lagrimas. Del tiempo al abrazo de eternidades. Es un poder revelador de frágiles destellos de amor o de verdades que se aplauden.

México tiene una herida abierta, profunda como las fosas, fracturas del acallamiento y las violencias. Es HOY más que nunca necesaria, la insistencia de las artes y del teatro, para reescribir el relato y reconstruir desde la memoria viva nuevos horizontes de civilización y Paz; en una superación cultural que entraña una revolución de las conciencias.

Es que la paz se tiene que volver cultura, modo de ser, de pensar y en soluciones. Una paz que no se expresa, entonces es yugo para la creación.

En este México de los retos extraordinarios y de grandes mega proyectos, aún no hecha vuelo la paloma de la Paz. Hemos sigo saqueados por cada poder gobernante, que sin ningún reparo, borran las letras del pensamiento, que son esencia del teatro de la vida. Pero el tiempo, es una constante oportunidad para no agotar jamás la soñadora práctica del teatro, en la vereda del barrio, en la costa, en la selva, en los pueblos, en las sierras, en el campo, en cada punto focal del Universo.

El Teatro, contra todos los obstáculos y por el Derecho a soñar juntos. Los y las trabajadoras del teatro, sin miedo a equivocarme y con pocas excepciones, se enfrentan duramente a la hostil precarización de sus condiciones laborales, son rehenes de una trágica narrativa de ajustes y barcos a la deriva en la tempestad de los discursos oficiales, de cualquier gobierno en turno.

Quitar la venda sobre los ojos ciegos del poder, no garantiza ampliar la misión social de las artes.

La mirada al horizonte sólo puede ser nuestra, sobre la misma horizontalidad de oportunidades. Presupuestos y talentos son remos de esta barcaza, si falta alguno, la nave tambalea. Después de la Pandemia el mundo se empobrecio más y la crueldad de la desigualdad abrió nuevas brechas que disocian la vida en comunidad.

Todo el dolor es nuestro, todo el duelo es cicatriz, pero también toda la alegría de la fiesta nos pertenece. Las balas que disparan esas no son nuestras, pero el cuerpo que las recibe sí lo es.

En ese cuerpo herido, se abren las puertas de la fantasía, para ensayar la obra más grandiosa de todas, el ensayo más extenso… Un festival que barre con la tristeza y nos sienta en primera fila para observar, a veces callados y otras veces enloquecidos, un espectáculo.

En una lágrima o entre más risas, nunca antes visto. crecen las flores de payasos o querubines pintados en el techo de la sala, a veces llena y otras, habitadas por huidisas musas de la grandeza o de las miserias más humanas.

Primera llamada, tomen sus huesos y dolores.

Segunda llamada, arrastren hasta aquí sus deseos de felicidad y abran las puertas de la mente y del alma, por qué ha llegado el espectáculo mayor, que hoy engalana la rebeldía de seguir vivos.

Tercera llamada, se abre el telón a la sorpresa y todo lo apagado se enciende ante nuestros ojos, de nuevo.

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